Beti Piotto, Red de Científicos Argentinos en Italia (RCAI)

Cuando era chica el verano condicionaba cualquier programa. Las casas de mi pueblo en el Sur de Santa Fe eran (y son) generalmente de un solo piso y el aire acondicionado no se conocía. La siesta era obligatoria para evitar insolaciones y bajones de presión. Agobiante la humedad aportada por el portentoso rio Paranà. Cuando el calor era insoportable se baldeaba intensamente el patio y allí se pasaba la noche esperando el fresco nocturno, hablando sobre la inmensidad del universo y desafiando mosquitos de talla exagerada y gran voracidad.

Ya no es más así: veranos eran los de antes. Lo confirman estudios de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y experiencias directas de los técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Estudios realizados por el Centro de Estudios de Variabilidad y Cambio Climático (Cevarcam) de la UNL han demostrado que en la ciudad de Santa Fe la temperatura media anual aumentó 1°C desde 1960 hasta hoy, es decir que el salto se produjo en sólo 60 años. Mientras la temperatura media del planeta aumentó 1°C en 150 años, en Santa Fe el incremento se produjo en muy poco tiempo.

Un grado puede parecer insignificante, pero para los climatólogos es alarma al rojo vivo. Como resultado de este aumento en la temperatura media, de 18.5 a 19.5°C, los eventos climáticos extremos se magnificaron. Dicho en modo simple: un grado extra de temperatura media implica una tal cantidad adicional de energía que el ambiente se ve “obligado” a descargar de alguna manera. En la provincia de Santa Fe, el excedente de energía ha producido intensificación de las lluvias, mayor frecuencia de inundaciones, repetición de sequías largas, mayor duración de las olas de calor (no necesariamente en verano). Además, hubo un cambio en la precipitación anual total: hasta 1960 la precipitación media anual era de 950 mm, mientras que entre 1970 y 2017 hubo valores medios de 1050 mm por año o sea un aumento del 10% (Masjoan 2019).

La estación del año que muestra los cambios más evidentes es el verano, con aumentos de más de 100 mm de lluvia en el período, mientras que en los últimos inviernos hay una ligera disminución en la precipitación. Las tormentas intensas y concentradas también han aumentado, desde 1970 se han registrado con preocupante frecuencia eventos de más de 200 mm de lluvia en un día.

Si las tendencias crecientes de precipitación y las lluvias violentas continuaran en las regiones del sur de la provincia de Santa Fe, dice el Cevarcam, se llegará frecuentes excesos de agua en toda la provincia. Es importante recordar que los suelos, en particular los del sur de Santa Fe, no tienen suficiente capacidad de drenaje para eliminar el exceso de agua causado por lluvias de elevada intensidad. Esta situación se ve agravada por el monocultivo de soja que requiere menos agua que otros modelos productivos y en consecuencia drena menos agua de la necesaria en casos de lluvia excesiva (Martínez 2019). La consecuencia son casos graves de erosión difíciles de recuperar.

Enorme decepción nos dejó la reciente COP 25 de Madrid (diciembre 2019) sobre el clima. Décadas de estudios, informes científicos, conferencias, encuentros técnicos, convenciones, consejos, campañas mediáticas, negociaciones y acuerdos políticos sobre el clima aún no han resuelto el problema. No es sorprendente por lo tanto que todas las esperanzas ahora se depositen en los jóvenes que saben bien, ellos si que lo saben, que no existe un Planeta B.

Referencias

Martinez F., 2019. Siempre que llovió paró. La problemática de los excedentes hídricos para la agricultura en el sur de Santa Fe. En Martìnez, Peretti, Rossi (eds): Las penas y las vaquitas. Grupo editorial La Chispa, Alcorta, Santa Fe, Argentina.

Masjoan L., 2019. 1°C más en 60 años: así impacta el cambio climático en Santa Fe. El Litoral 06.10.2019