Un grupo de colegas congregados electrónicamente alrededor de la FCEN de la UBA produjo el siguiente documento:
Somos argentinos y argentinas. Nos formamos en la Argentina. Trabajamos en el exterior haciendo ciencia y construyendo tecnología.
Tenemos ideologías político-partidarias distintas, y sin embargo nos une la preocupación por algunas mentiras que se están diciendo en la campaña electoral argentina y que ponen en riesgo las posibilidades de crecimiento que tiene nuestro país en el futuro.
Es falso que Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Sur o países de Europa hayan llegado a ser potencias sin que el Estado invirtiera fuerte y sostenidamente en ciencia básica y aplicada, estimulando la colaboración entre centros de investigación pública y empresas privadas.
Cada día, estos países donde vivimos destinan una proporción altísima de los impuestos que pagan los contribuyentes a la investigación y el desarrollo científico-tecnológico. Nada de lo que lograron y siguen logrando hubiera sido posible sin el rol fundamental del Estado.
Esto incluye Internet, los viajes al espacio (la NASA financia a SpaceX, por ejemplo), el iPhone, la inteligencia artificial, los medicamentos y otros productos y servicios que mueven al mundo.
Las mejores oportunidades para contribuir al bien común están donde el Estado sostiene con más recursos las estructuras de conocimiento y producción. Este es uno de los motivos por los que trabajamos en diferentes países. Desde acá, seguimos colaborando con instituciones y grupos argentinos.
Muchas naciones están mejor y muchísimas están peor que la Argentina. Para estar entre los mejores, necesitamos un Estado que pueda y quiera invertir cada vez más en educación, ciencia y tecnología, con un modelo sustentable.
Tenemos ideologías político-partidarias distintas, y sin embargo nos une la preocupación por algunas mentiras que se están diciendo en la campaña electoral argentina y que ponen en riesgo las posibilidades de crecimiento que tiene nuestro país en el futuro.
Es falso que Estados Unidos, China, Rusia, Corea del Sur o países de Europa hayan llegado a ser potencias sin que el Estado invirtiera fuerte y sostenidamente en ciencia básica y aplicada, estimulando la colaboración entre centros de investigación pública y empresas privadas.
Cada día, estos países donde vivimos destinan una proporción altísima de los impuestos que pagan los contribuyentes a la investigación y el desarrollo científico-tecnológico. Nada de lo que lograron y siguen logrando hubiera sido posible sin el rol fundamental del Estado.
Esto incluye Internet, los viajes al espacio (la NASA financia a SpaceX, por ejemplo), el iPhone, la inteligencia artificial, los medicamentos y otros productos y servicios que mueven al mundo.
Las mejores oportunidades para contribuir al bien común están donde el Estado sostiene con más recursos las estructuras de conocimiento y producción. Este es uno de los motivos por los que trabajamos en diferentes países. Desde acá, seguimos colaborando con instituciones y grupos argentinos.
Muchas naciones están mejor y muchísimas están peor que la Argentina. Para estar entre los mejores, necesitamos un Estado que pueda y quiera invertir cada vez más en educación, ciencia y tecnología, con un modelo sustentable.
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