Las Investigadoras argentinas vemos con profunda preocupación los resultados de los Premios Houssay, Houssay Trayectoria, y Jorge Sabato, correspondientes al año 2018 otorgados por la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. De los 9 galardones 8 han sido obtenidos por varones y sólo 1 por una mujer. Teniendo en cuenta que dichos premios están destinados a miembros de la comunidad científica que han contribuido de manera sobresaliente en sus respectivas disciplinas, mediante su producción intelectual, su aporte innovador y su labor en la formación de recursos humanos, nos alarma que sólo una mujer haya logrado cumplir con estos criterios. Por supuesto que este pronunciamiento no va en desmedro de los méritos de los colegas que han sido reconocidos sino en función de indicar –una vez más- los modos en que se reproducen las desigualdades de género en el sistema de investigación científica y tecnológica.

Si tenemos en cuenta que sólo en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) durante el año 2018 se desempeñaron en tareas de investigación 5687 mujeres lo cual supera en unas 700 la nómina de varones en tareas similares, es aún más llamativa la disparidad de los resultados de la premiación. Esto no incluye las mujeres que desempeñan tareas de investigación en Universidades Nacionales y otras agencias de financiamiento ni tampoco otras identidades de género cuyos obstáculos para el desarrollo de carreras científicas son aún mayores. En este sentido, los resultados muestran que la posición desventajosa de las mujeres en la investigación científica resulta menos de su inserción en el sistema que del impacto que su condición de género tiene en el desarrollo de su trayectoria laboral. Nos referimos a las brechas salariales, la merma de plazas en los ascensos y promociones así como en el acceso a cargos de gestión y decisión, la ausencia o limitación de licencias por maternidad y otras tareas de cuidado mayormente ejercidas por mujeres, entre otras (Cfr. RAGCyT).

Por estas razones, lxs abajo firmantes alertamos a las autoridades de la Secretaría de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, a los diferentes Institutos y Unidades Ejecutoras de Investigación Científica y Tecnológica, a las Universidades Nacionales y a las y los colegas miembrxs de comités evaluadorxs a revisar los criterios discriminatorios sobre los que se fundan todavía hoy nuestras carreras y sus instancias de reconocimiento. Creemos que es imperioso modificar las anquilosadas prácticas patriarcales de nuestro sistema científico y universitario no sólo para honrar la función social que cumple el sector en la construcción de sociedades más justas e igualitarias sino para acompañar los procesos de transformación en marcha en materia de géneros y sexualidades.

Nos pronunciamos contra la invisibilización y desvalorización de nuestra tarea y llamamos a todas las colegas combatir también la autopercepción devaluada de nuestra condición de trabajadoras de la ciencia; tal vez, uno de los modos más silenciosos en que este sistema desigual encarna en nosotras.

¡Firma para adherir al final de las adhesiones!

 

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